Se trata de un bulbo que dota de gran sabor a todo tipo de platos y que no puede faltar en tu mesa. A diferencia del ajo tradicional, el ajo negro tiene un origen poco convencional. Descubre con Choví las curiosidades del ajo negro que te dejarán boquiabierto.
Origen del ajo negro
El origen de este peculiar ajo es japonés y se caracteriza por ser un bulbo de color oscuro y ligeramente más seco que el ajo convencional. No crece de manera natural, sino que se obtiene tras someter al ajo blanco a una fermentación natural en condiciones especiales de calor y humedad durante varias semanas.
En realidad, el origen del ajo negro se debe a un error científico. Al intentar reducir el fuerte olor de los ajos, un científico japonés sometió a algunos bulbos y demás ingredientes a tal fermentación que, no solo consiguió lo que buscaba, sino que dio origen a un ajo completamente negro.
Este envejecimiento prematuro de los bulbos se consigue sometiéndolos a temperaturas entre 65 y 80 ºC, con humedad controlada, por periodos mensuales. El toque dulce le llega tras dejarlo oxidar durante al menos 45 días.
Las cabezas de ajo sometidas a este tratamiento potencian su concentración de aminoácidos, oligoelementos y vitaminas. Es decir, resultan sumamente beneficiosos para la salud.
Características del ajo negro
A simple vista las diferencias entre ajos resultan obvias. El que nos ocupa tiene un color negruzco y es ligeramente más seco. Sin embargo, esta propiedad no es la que le hace destacar frente al ajo convencional.
El proceso de envejecimiento al que se somete al bulbo transforma su textura, sabor y propiedades bioquímicas. El ajo de color negro sabe ligeramente más dulce y ácido, es algo más blando y contiene un alto porcentaje de polifenoles, compuestos ricos en azufre como la S-alil-cisteína de gran poder antioxidante y ácidos grasos poliinsaturados.
Además de repotenciar el valor nutricional del bulbo, esta fermentación logra que el olor del ajo negro no sea tan intenso como el del blanco. De esta forma, su manipulación y degustación no nos dejará impregnados de la alicina, de olor tan fuerte y característico.
Cuáles son sus propiedades
Llegados a este punto, y viendo lo interesante que resulta incorporar el ajo negro en la dieta, es normal que te preguntes cuáles son realmente sus propiedades.
Antioxidante natural
Al igual que el ajo blanco convencional, el negro es una fuente de antioxidantes que neutraliza la acción de los radicales libres. Es decir, el ajo negro nos ayuda a combatir el envejecimiento prematuro de las células.
Ayuda con la digestión
Su ingesta nos ayuda a tener digestiones menos pesadas. Además, combate el estreñimiento y la diarrea.
Refuerzo inmunológico
Este ajo, al tener una mayor concentración de vitaminas, especialmente la C, fortalece el sistema inmunológico. Además, el hecho de tener casi siete veces más polifenoles que el ajo blando, lo convierte en el aliado perfecto para reforzar nuestras defensas.
Aporta energía
El alto valor nutritivo al contener vitaminas del grupo B y C, potasio, yodo, sodio, azufre, hierro, calcio y fibra nos aporta un extra de energía para aguantar sin problemas nuestros quehaceres diarios.
Es antimicrobiano
El ajo es el antibiótico natural por excelencia. Además, también es antimicótico, lo que previene el desarrollo de hongos y bacterias en el organismo.
Protege y fortalece el corazón
El ajo, blanco o negro, tiene la capacidad de reducir la tensión arterial y la agregación plaquetaria, regula el colesterol y mejora la circulación sanguínea. Esto se traduce en músculos y articulaciones más fuertes y funcionales.
Despeja las vías respiratorias
Incorporar ajo negro a la dieta te ayuda a controlar el asma y la bronquitis. Además, en procesos gripales despeja las vías nasales y te permite respirar mejor.
Minimiza los dolores de cabeza
El ajo negro contiene una sustancia vasodilatadora que ayuda a minimizar las migrañas y dolores de cabeza.
Cómo consumir ajo negro
Nuestra imaginación es su límite. Es decir, podemos incorporar estas cabezas de ajo tan peculiares a nuestros platos de todas las maneras que se nos ocurran. Crudo, hervido, majado, frito… Todo dependerá, claro está, de la receta que tengamos entre manos.
Además, su textura untuosa lo convierte en un ingrediente de lo más valorado en la elaboración de tostas. Si lo pruebas como acompañante de pescado, carne, pasta o verdura no querrás volver al ajo blanco.
Por suerte, el ajo negro ha llegado para quedarse. Ya no hace falta viajar hasta Japón para conseguirlo. Su producción se está extendiendo por todo el mundo. Así, vayamos donde vayamos, siempre podremos hacernos con algunas cabezas.