Un ejemplo familiar de un alimento funcional es la harina de avena porque contiene fibra soluble que puede ayudar a reducir los niveles de colesterol. Otro ejemplo son esos alimentos que son modificados para tener beneficios para la salud, como el zumo de naranja cuando se le añade calcio para que mejore la salud ósea de quien lo consume.
Si quieres probar comidas funcionales, elige sabiamente. Y ten en cuenta que si bien los alimentos funcionales pueden ayudar a promover el bienestar, no pueden compensar los malos hábitos alimenticios.
Verdades y mitos de los alimentos funcionales
Hay que desterrar los mitos que rodean a muchos de estos alimentos funcionales, porque se les da más poderes mágicos que los que realmente tienen, pero también es cierto que hay mucha base científica que apoya su uso y consumo.
En la actualidad los alimentos funcionales representan una de las áreas más intensamente investigadas y ampliamente promovidas en las ciencias de la alimentación y la nutrición. Sin embargo, hay que volver a recalcar y enfatizar que estos alimentos e ingredientes no son balas mágicas o panaceas para los malos hábitos de salud. La dieta es solo un aspecto de un enfoque integral para la buena salud.
Alimentos funcionales como complemento, no como sustituto
Muchos están diseñados para reemplazar algo que normalmente se obtienen en frutas y verduras pero también pueden proporcionar una «dosis» pequeña y concentrada de lo que necesita tu cuerpo o tu salud, mucho más potente que la que normalmente se consume en una dieta saludable.
Un ejemplo es la incorporación de esteroles vegetales en las margarinas para ayudar a disminuir el colesterol LDL o «malo». Los esteroles son un tipo de lípido o grasa y un componente esencial de las paredes celulares tanto de las plantas como de los animales. El caso es que, cuando se comen, estos esteroles vegetales compiten con el colesterol y consiguen que haya menos colesterol disponible para ser absorbido por la sangre.
Si bien los esteroles vegetales se encuentran naturalmente en los vegetales, las nueces o los cereales, se necesitaría comer una gran cantidad de estos alimentos para lograr los mismos efectos reductores del colesterol que la margarina enriquecida.
Alimentos funcionales probióticos, ¿qué sabemos de ellos?
Los alimentos con probióticos son otro alimento funcional popular. Estos se encuentran generalmente en lácteos como el yogur, el kéfir y otros derivados. Los productos de consumo están enriquecidos con cultivos vivos de bacterias beneficiosas como el lactobacillus y el bifidobacterium.
La realidad es que hay pocas pruebas para respaldar muchas de las afirmaciones que se hacen sobre este tipo de probióticos añadidos a los productos de consumo, como que pueden tener beneficios reales para la salud, particularmente para el intestino.
Sin embargo, hay investigaciones que, tomados en concentraciones altas, en preparados, demuestran que sí modulan el ambiente intestinal y que en realidad se puede evitar que se contraigan infecciones gastrointestinales.
Ácidos grasos saludables en los alimentos funcionales
Otro de los beneficios de los alimentos funcionales es que permiten consumirlos a aquellas personas que tienen alergia a los alimentos que los contienen.
Sabemos que hay personas alérgicas a los mariscos o al pescado, fuente imprescindible de los ácidos grasos Omega 3 de cadena larga, un tipo de grasa poliinsaturada (las grasas buenas), relacionadas con beneficios para la salud como la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y la disminución de la presión arterial.
Gracias a los alimentos funcionales como las semillas de lino, que pueden enriquecer otros alimentos, los alérgicos pueden verse claramente beneficiados y así suplir en la dieta esa alimentación, esas sustancias, que en su modo natural causa alergia. El ejemplo más claro está en aquellas personas que tienen una alergia a los mariscos, pero no sufren reacción si se añaden ácidos grasos omega-3 a los huevos.
¿Sirven de verdad los alimentos funcionales?
Una duda que sigue sin respuesta es saber qué efectivo es aislar los ingredientes de los alimentos integrales y consumirlos de otra forma. Hay una opinión generalizada entre los expertos en nutrición que creen que los alimentos funcionales solo tienen un recorrido limitado y que no serían necesarios si las personas comieran de acuerdo con las pautas dietéticas sanas.
También todavía hay muchas preguntas hasta qué punto podemos absorber los nutrientes de los alimentos funcionales y si hay interacciones entre nutrientes. Existe una amplia gama de interacciones de nutrientes y la simple adición de una vitamina o mineral u otro factor nutricional a un alimento no significa que su cuerpo pueda absorberlo y metabolizarlo de la misma manera que quizás si fuera así.
El ejemplo clásico es el calcio en la leche: la lactosa y las proteínas de la leche ayudan a la absorción y al metabolismo del calcio, por lo que es más biodisponible (capaz de ser absorbido y usado por el cuerpo) que simplemente el calcio en un suplemento.
En definitiva, no hace daño tomar alimentos funcionales pero tampoco hay un consenso generalizado de sus propiedades, así que cada uno vea los efectos en su propio cuerpo, aunque eso sí, formando parte de una dieta nutricional lo más equilibrada posible.